Vericueto : Lugar o sitio áspero, alto y quebrado, por donde no se puede andar sino con dificultad.
Decir: Manifestar con palabras el pensamiento.

Bienvenidos a mi nuevo intento, el último quizás, de contar esta historia. Esto es un laboratorio de escritura, que quede claro. Publico según escribo, sin revisión ni corrección, con lo cual no es improbable que haya contradicciones o incongruencias, idas y vueltas, en fin, como en la vida.

lunes, 12 de abril de 2010

Vericueto 8





Su tiempo de facultad habrá sido muy agradable para ella, buscadora de la verdad con mayúscula, porque no hay verdades sino una verdad profunda en todas las cosas, repetía, que debe necesariamente coincidir y ser la misma porque todo está relacionado y en relación con ella. Todo para Carmela debía coincidir en algún punto, todo estaba entramado en un orden que la inteligencia descubría con paciencia y trabajo. Por esa logicidad extrema, la idea del azar le incomodaba, tanto como la seducía desentrañar lo que debe aceptarse como misterio.

-Hasta la Santísima Trinidad es una cuestión logizable.
-Ajá?
-Considerando las dos potencias espirituales, inteligencia y voluntad, que poseemos los hombres y que también posee Dios.
-Ajá...
-Si en Dios hubiera más potencias, sería más imperfecto que el hombre y eso no es concebible siendo que se trata de Dios.
-Ajá...
-Y tampoco puede tener una única potencia Dios, ya que inteligencia y voluntad son irreductibles.
-Che, Carmela, cuándo es que te vas?
-El 15 de marzo, a las cinco de la tarde.

Se iba de viaje, con su madre y con Lourdes, a la que habían convencido de ir también, para que se distrajera un poco, si es que era posible distraerse del hecho de que tu novio se mate en un accidente de moto veinticinco días antes de tu boda. Lourdes no tenía ganas ni de levantarse por las mañanas desde hacía dos meses, el día en que la llamaron por teléfono para informarle que ya no iba a casarse con Hernán. O no fue eso lo que le dijeron, pero fue lo que ella entendió antes de pegar el grito que le desgarró la vida en dos, antes y después de Hernán. Aunque, para decir verdad, no habría después mucho en su vida. Bien, que ésa es otra historia y solo cuenta aquí que fue Lourdes quien acompañó a Carmela y a Beba en aquel viaje a Europa.

Era la época del gaucho-dólar, ése que instauró uno de los tantos ministros de economía geniales que supimos conseguir en la Argentina y que le permitió a mucha gente comprarse dos televisores a precio de uno en Miami, degustar el jamón de cerdos holandeses, mucho más rico y barato que el de los chanchos de la granjas bonaerenses; y viajar en avión por primera vez en la vida. No, no primera vez. Carmela había viajado ya en un Comet 4, de Comodoro Rivadavia a Buenos Aires, pero tenía entonces cuatro años y de ese vuelo solo recordaba el llanto de su madre, que tenía pánico al avión. Esta vez, viajarían en un Boeing 747 de Aerolíneas Argentinas y Beba anestesiaría el pavor con un Valium 10 mientras Lourdes rezaría, durante las once horas de vuelo, para que el avión se cayera y se terminara de una vez por todas esa vida de mierda sin Hernán.

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